Elizabeth Hernández

A pesar de los avances legales que se han logrado impulsar en el país para proteger a las personas de la diversidad sexual y de género, México se posicionó como la segunda nación en el continente con el mayor número de crímenes de odio en contra de la comunidad LGBTTTIQ+ al sumar 350 homicidios de este tipo en los últimos dos años, una cifra solo superada por Brasil.

De acuerdo con un informe publicado por la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Discriminación (CONAPRED), México registra un alarmante número de agresiones y homicidios motivados por el odio hacia la orientación sexual o identidad de género de las personas. Esta situación plantea la urgencia de tomar medidas contundentes para combatir la violencia y garantizar la seguridad y los derechos de esta comunidad en el país.

Los datos revelan que, a pesar de los esfuerzos por promover la inclusión y la diversidad, la realidad en las calles de México dista mucho de ser segura para las personas LGBT+. La violencia se mantiene como una constante en la vida de muchas personas que enfrentan discriminación y hostigamiento debido a su orientación sexual o identidad de género.

Juan, hombre gay de 28 años, narró como él y su pareja fueron víctimas de una fuerte agresión homofóbica mientras paseaban por la Zona Rosa, una de las partes supuestamente más seguras para la comunidad LGBTTTIQ+ dentro de la Ciudad de México.

“Estaba caminando por la calle que va al metro Insurgentes, de la mano con mi pareja, cuando un grupo de hombres nos empezó a insultar y a lanzar todo tipo de ofensas homofóbicas. Pensé que podríamos ignorarlos y seguir nuestro camino, pero la situación escaló rápidamente”, cuenta Juan con cierto dolor en la voz antes de seguir.

“Nos rodearon, nos golpearon y nos dejaron tirados en el suelo. Fue una experiencia aterradora y dolorosa, física y emocionalmente. Desde entonces, he tenido miedo de mostrar mi afecto públicamente, incluso en espacios considerados seguros. Nadie debería pasar por esto, y menos enfrentar a las autoridades, quienes no tomaron nuestra denuncia en serio, incluso se burlaban de manera discreta”.

Diversos informes de asociaciones civiles y gubernamental en contra de la homofobia destacan que la impunidad es uno de los principales obstáculos para la erradicación de estos crímenes. En muchos casos, los agresores no son llevados ante la justicia, lo que genera un clima de impunidad y perpetúa la violencia.

Carlos Balderas, activista por la diversidad sexual, destacó en entrevista para ONEA que “es fundamental que las autoridades y el sistema judicial tomen acciones para investigar y sancionar adecuadamente estos actos de odio, lo que serviría para enviar un mensaje claro de que la violencia basada en la orientación sexual o identidad de género no será tolerada en México”.

El activista considera que también es necesario promover una mayor sensibilización y educación en la sociedad mexicana porque discriminación y el prejuicio hacia las personas LGBT+ se alimentan de la ignorancia y la falta de comprensión. Es fundamental impulsar campañas educativas que fomenten la empatía, el respeto y la aceptación de la diversidad sexual y de género.

Datos de la primera encuesta de diversidad sexual y género del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) apoyan estos dichos; y es que, seis de cada 10 hombres encuestados desaprueba las relaciones homosexuales, e incluso la mitad de estas personas considera que se deben castigar estas “conductas antinaturales”.

La misma encuesta revela que el 36% de las personas de la diversidad sexual y de género han sufrido acoso familiar, escolar o laboral tan solo por su identidad, especialmente en estados o municipios altamente conservadores.

Ana, ingeniera en software que nació en Querétaro, detalló en entrevista con ONEA desde muy joven supo que era lesbiana, pero decidió ocultar su identidad por miedo a ser rechazada y discriminada. Sin embargo, un día sus compañeros de trabajo descubrieron su orientación sexual y, desde entonces, se convirtieron en acosadores constantes.

“Me sometieron a comentarios ofensivos, me excluyeron de actividades laborales y crearon un ambiente hostil en el trabajo. Me sentía atrapada y asustada” afirmó la joven de 35 años, que decidió mudarse a Canadá a causa de estos ataques. “Presenté una queja formal ante la empresa, pero no se tomaron medidas adecuadas. Al final, tuve que renunciar a mi empleo, e incluso a mi país. Esta experiencia ha dejado una profunda cicatriz en mí”.

UN DISCURSO PELIGROSO QUE CRECE EN MÉXICO

Lamentablemente en los últimos años se han registrado casos de discursos de odio por parte de ciertos políticos hacia la orientación sexual e identidad de género de las personas. Uno de los ejemplos más conocidos es el de América Rangel, diputada local de la Ciudad de México, que ha expresado posturas discriminatorias y homofóbicas de manera pública, e incluso ha impulsado leyes en este sentido.

Estas declaraciones resultan peligrosas para el activista Carlos Balderas, quien considera que América Rangel, en varias ocasiones, ha emitido declaraciones que atentan contra los derechos y la dignidad de las personas LGBT+.

“Sus discursos de odio reflejan una falta de respeto hacia la diversidad sexual y de género, promoviendo una visión estereotipada y prejuiciosa de la homosexualidad, la bisexualidad y la transexualidad. Estos comentarios contribuyen a perpetuar estigmas y desencadenan un ambiente de discriminación y exclusión”, aseguró Balderas Rodríguez.

Es importante resaltar que los discursos de odio como los de América Rangel no solo tienen un impacto en la esfera política, sino que también inciden en la sociedad en general. Este tipo de mensajes pueden generar un clima de hostilidad y violencia hacia las personas LGBT+, limitando su libertad y bienestar. Además, fomentan una cultura de intolerancia y marginación que dificulta el avance hacia la igualdad y el respeto de los derechos humanos.

UNA LUCHA QUE DEJA CICATRICES ABIERTAS

Aunque organizaciones de la sociedad civil y defensores de los derechos humanos están trabajando arduamente para promover el cambio, los datos oficiales demuestran que México está lejos de convertirse en un país tolerante con la diversidad de género y sexual.

Rogelio Echeverri, activista y fundador de Arcoíris Coatepec, aseguró en entrevista que “he sido testigo de la cruda realidad que enfrenta la comunidad LGBT+ en México. Cada día escucho historias desgarradoras de personas que han sufrido agresiones, discriminación y exclusión debido a su orientación sexual o identidad de género. Estos testimonios son un recordatorio constante de la urgencia de seguir luchando por la igualdad y el respeto”, y agregó “trabajamos incansablemente para visibilizar estas problemáticas, promover la educación y sensibilización en la sociedad, y presionar a las autoridades para que tomen medidas concretas para proteger nuestros derechos. La lucha es ardua, y a veces muy agotadora”.

Otra de las fundadoras de Arcoíris Coatepec, Sasha D, afirmo que “cada vez que escucho testimonios de personas trans que han sido víctimas de agresiones físicas o verbales, siento una profunda tristeza y rabia. Estamos luchando por el reconocimiento de nuestros derechos básicos, como el acceso a la salud, el empleo digno y el respeto a nuestra identidad de género”

Para esta mujer trans originaria del Estado de México, y sobreviviente a un intento de feminicidio, resulta “imprescindible que México asuma el desafío de enfrentar y erradicar los crímenes de odio por orientación sexual o identidad de género”.